domingo, 18 de diciembre de 2011

La Falsa Concepción del Amor como Desinteresado e Incondicional destruye su Sublime Valor

Este texto lo escribió el filosofo Gary Hull, que promueve la filosofía de Ayn Rand, causalmente lo vi y me gustó mucho porque me hizo reflexionar.

Cada año en el día de San Valentín, se comete un crimen filosófico. De hecho, se comete durante todo el año, pero su destructividad se ve aumentada en esta fecha. Este crimen es la propagación de una falsedad ampliamente aceptada: la idea de que el amor es desinteresado. El amor, se nos repite constantemente, consiste de auto-sacrificio. El amor basado en interés personal, se nos advierte, es barato y sórdido. El amor verdadero, nos dicen, es altruista. ¿Lo es?

Imagina una tarjeta de San Valentín que se tome esta idea en serio. Imagínate recibir una tarjeta con el siguiente mensaje: "No obtengo ninguna satisfacción de tu existencia. No recibo ningún disfrute personal de la forma en que te ves, te vistes, te mueves, actúas o piensas. Nuestra relación no me beneficia. No satisfaces ninguna necesidad sexual, emocional o intelectual mía. Eres sujeto de caridad para mí y estoy contigo sólo por lástima. Besos, X."

No es necesario decirlo, pero tú estarías indignado de saber que estás siendo "amado", no por algo positivo que ofreces a tu pareja, si no -como cualquier receptor de dádivas-, por lo que a ti te hace falta. Y sin embargo esa es la visión perversa del amor implicada en la creencia de que el amor es auto-sacrificio.

El amor auténtico es el exactamente lo opuesto. Es la experiencia más egoísta posible, en el verdadero sentido del término: beneficia tu vida de una forma que no implica sacrificio de otros hacia ti ni de ti hacia otros.

Amar a una persona es egoísta porque significa que valoras a esa persona en particular, que él o ella hace tu vida mejor, que él o ella es una fuente de alegría personal para ti. Un amor "desinteresado" es una contradicción en términos. Uno no puede ser neutral hacia algo que valora. El tiempo, esfuerzo y dinero que uno utiliza para alguien que uno quiere no son sacrificios, si no acciones tomadas porque su felicidad es crucialmente importante para la tuya propia. Tales acciones sólo serían sacrificios si se hicieran por un desconocido o por un enemigo. Aquellos que argumentan que el amor demanda la auto-negación deben sostener la bizarra creencia de que a uno le es indiferente si la persona amada está sana o enferma, siente alegría o tristeza, está viva o muerta.

Se asegura muchas veces que el amor debe ser incondicional y que deberíamos amar "a todos como hermanos". Vemos esta idea promovida por la profesora de escuela "no-discriminadora" que le dice a sus alumnos que quienquiera que traiga una tarjeta de San Valentín para otro estudiante, debe traer tarjetas para todos. La vemos en el sorprendente dictamen de "Odia el pecado, pero ama al pecador", que llevaría a que odiemos los campos de concentración pero enviemos a Hitler una caja de chocolates Godiva. La mayoría de personas están de acuerdo en que tener relaciones sexuales con una persona que uno desprecia es una locura. Sin embargo de alguna manera, cuando la misma idea de fondo se aplica al amor, la gente lo considera noble.

El amor es demasiado precioso para ser entregado indiscriminadamente. Es sobre todo en el tema amoroso que el igualitarismo debe ser repudiado. El amor representa un intercambio excelso -un intercambio espiritual- entre dos personas, con el propósito de beneficiarse mutuamente.

Tu amas a alguien precisamente porque él o ella es de valor- un valor personal para ti, determinado por tus estándares- tanto como tú eres de valor para él o ella. Es la visión de que debes dar amor incondicionalmente -la visión de que no lo mereces más que un fulano al azar, la visión de que no es una respuesta a algo en particular en ti, la visión de que no tiene origen ni causa- lo que ejemplifica la más innoble concepción de esta experiencia sublime. La naturaleza del amor crea ciertas demandas en aquellos que desean disfrutarlo. Debes considerarte a ti mismo digno de ser amado. Aquellos que esperan ser amados, no porque ofrezcan cierto valor positivo, si no porque no lo poseen-es decir aquellos que exigen amor como un deber altruista- son parásitos. Alguien que diga "quiéreme sólo porque yo lo necesito" busca un valor espiritual no merecido -de la misma forma que un ladrón busca riqueza no merecida. Para citar una famosa línea de El Manantial: "Para decir 'Yo te amo', uno debe primero aprender a decir el 'Yo'".

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ser valiente no consiste en no sentir miedo, sino en sentirlo y aún así continuar hacia adelante...


Tras leer esta frase en el muro del facebook de un amigo me hizo pensar y reflexionar un poco.

Haciendo una síntesis de mi vida, en algunos aspectos he sido demasiado valiente, en otros he sido un miedoso o simplemente no he movido ficha. En el último caso he dejado pasar la vida para ver hacia donde me llevaba. Quizás sé que es un defecto y que me he equivocado, pero en la vida a veces no se puede volver hacia atrás como si nada hubiera pasado. Me quejo una y mil veces de mis defectos y de esa pasividad, pero no logro esa valentía necesaria para perder ese miedo.

Muchas veces para saltar el abismo necesitas que la otra persona de un paso, para que la distancia que existe entre los dos se acorte. Quizás no dejo de perder el miedo por ese sin fin de historias que me marcan y siempre de forma negativa, por eso me siento un perdedor. Y por ese miedo a seguir perdiendo o al que te hagan daño dejo pasar y no me aventuro de nuevo.

Ese miedo nos paraliza y no nos deja seguir adelante, aunque pensemos que podemos hacerlo. Llega a apoderarse de nosotros hasta tal punto que puede anular nuestra voluntad y hacerse dueño de nosotros....de nuestro comportamiento.

En el resto de parcelas me siento un autentico ganador, no me ha ido mal en la vida, también he tenido buenas vivencias y mucha suerte.

Si hay algo en lo que crees, debes luchar por ello...sino no podrás volar sin alas. A día de hoy estoy cansado de soñar despierto y en creer en todo lo que siento, quizás mis alas han dejado de volar tras las múltiples caídas. Quizás el mañana sea distinto, porque cuando sueñas y todo se hace realidad, pues empiezas a sentir la felicidad.

Aunque sea efímera esta felicidad, te hace sentir bien ...

domingo, 30 de octubre de 2011

La tristeza es un estado de ánimo, que te permite estar a solas contigo mismo ...


Acabo de leer esta frase y me ha hecho reflexionar un poco, a veces es importante parar nuestra frenética vida, meditar y dedicar tiempo para conocer el interior de uno mismo.

Ser Feliz o tratar de alcanzar la felicidad, es la meta de nuestra vida, tal vez no sea el hecho de alcanzarla, sino de comprenderla, ya que su significado puede variar entre cada cultura y en cada persona.

El estado de la felicidad según lo pensadores antiguos no radica en el exterior o en los eventos de la vida que pueden brindarla, ya que en este caso lo hace en forma espontánea pero pasajera, consideraban que ella habita en nuestro interior y es allí donde debemos buscarla día a día, así como alimentarla con nuestros pensamientos y deseos, pero sí, en este caso las palabras externas o frases, nutren nuestro interior remitiéndonos acceder a este maravilloso estado, llamado “Felicidad”.

Por eso cuando no existe esa Felicidad aparece la tristeza, por eso, ese estado de ánimo, te permite estar a solas contigo mismo. Te permite refugiarte en lo más profundo del alma, donde habitan nuestros miedos, deseos y los más profundos sentimientos, muchos de ellos en estado de latencia, están presentes en nuestra vida pero a su vez se encuentran dormidos.

Yo definiría la tristeza como el anhelo de haber perdido algo o de no haberlo conseguido, es la frustración que aparece por no haberlo podido conseguir. Muchas veces esa tristeza mata o disipa nuestras ilusiones, nuestros sueños, nuestros deseos y produce apatía, desilusión, ...

Otras veces la tristeza a veces se nutre de otros sentimientos como la ira, la rabia, el miedo, ... y muchos de ellos la engordan y le dan aliento para producir una mayor agonía.

Pero sea como fuere, yo no quería escribir algo triste sino enseñar que la otra cara de la moneda de la felicidad es la tristeza. Y esa tristeza nos produce sentimientos que nos hace refugiarnos en el interior de nuestra alma, para ayudarnos a sentirnos mejor con nosotros mismos en un intento de autoconsuelo.

Cuando queremos definir algo sencillo, como puede ser el concepto de la felicidad, cuesta mucho trabajo, porque cada persona puede entender ese concepto de una forma diferente.

Yo su tuviera que definirla ahora me quedaría como la describe Jorge Bucay: “ La felicidad es la certeza de no sentirse perdido”. La vida es un camino cuya meta es la búsqueda de la felicidad. Sin ese rumbo o sin esa búsqueda perdemos nuestro norte.

Aquí os dejo algunas definiciones que he encontrado:

“La felicidad no esta en lograr lo que anhelas, sino en valorar lo que tienes”

“La felicidad no es un lugar a dónde llegar, la felicidad es una forma de ir”

“La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos” Henry Van Dyke

“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días” Benjamin Franklin

“La felicidad consiste en que no haya una diferencia muy grande entre lo que uno quiere y lo que uno consigue”

“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas” Pablo Neruda

“Feliz es aquel que sabe apreciar las simplicidades que le rodean”

“No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”

“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar” Thomas Chalmers

“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace” Jean Paul Sartre

“El verdadero secreto de la felicidad consiste en exigir mucho de sí mismo y muy poco de los otros” Albert Guinon

“Los cuatro acuerdos: sé impecable en tus palabras, no te tomes nada personal, nunca hagas suposiciones, siempre da lo mejor de ti y seamos todos felices con estos cuatro acuerdos”

“Si aprendes a perdonar y a olvidar, vas a encontrar la verdadera felicidad”

“La felicidad esta en ti mismo, si logras encontrarla, harás feliz a muchos más”

“Las personas felices aceptan las cosas que no tienen remedio, pero luchan por aquellas que tienen solución”

“El Éxito no es la Felicidad, sino la Felicidad es el verdadero Éxito”

jueves, 27 de octubre de 2011

Algo sobre la Felicidad


"Venimos a este mundo aspirando a conseguir la felicidad y conservamos la esperanza hasta que el destino nos apresa y nos enseña que nada de lo que creíamos que nos pertenece, en realidad es nuestro. La vida nos enseña que la felicidad es incierta y lejana. Mientras que el dolor y el sufrimiento están mucho más cerca y resultan más ciertos. Es entonces cuando corremos el riesgo de que esta enseñanza nos aparte de la búsqueda de la felicidad, para ocuparnos antes de escapar al sufrimiento. Por eso el dolor se vuelve mejor que un futuro incierto. Y aún así..., si supiera que el mundo se acaba mañana, todavía lucharía por ser feliz los últimos instantes"

viernes, 30 de septiembre de 2011

Felicidad efímera


Buscar la felicidad es un árido camino lleno de obstáculos. La mayoría de ellos está en nosotros pero otras veces en los demás. Es difícil saber las guías para conseguir una paz interior duradera, porque no existen recetas mágicas o formas de actuar o pasos a seguir para llegar a tenerla.

A veces para conseguirla nos engañamos a nosotros mismo en algún momento. Es inevitable. La realidad, que no es lo mismo que la verdad, es demoledora tarde o temprano a lo largo de nuestra vida. Siempre habrá un tiempo determinado en el que aquella se muestra con toda su crudeza. Y ahí seremos unos infelices. Y nos hacemos mil preguntas en ese camino de búsqueda de la felicidad como pueden ser estas:

Por qué para hacer feliz a los demás tienes que realizar sacrificios?

Hasta donde hay que llegar?

Por qué a veces la felicidad sale demasiado cara sobre todo cuando eres tú el sacrificado?

Merece la pena sufrir tanto?

Merece la pena la felicidad cuando el sacrifio es importante?

Supongo que si, porque si algo tiene de bueno el sacrifio es que al final te hace feliz a ti también, aunque esa esencia de felicidad dure poco. Porque todo es efímero, nacemos y morimos nosotros mismos, y como no, nuestras ideas, sentimientos y todo aquello que nos acompaña a lo largo de nuestra vida.

La vida se puede definir como el camino en búsqueda de la felicidad, también es la adaptación a cada momento que nos toca vivir, y cada momento es un cambio en la forma de vivir la vida y de cómo afrontarla. Todo es una retórica, algo que he aprendido en la vida que las cosas que ocurren no se debe a una sola causa, sino que por la teoría de la multicausalidad se debe a muchas causas, por cada cosa se enlaza con otras más. Y cuando aparece una causa existe un efecto, nada se encuentra en equilibrio sino en un cambio continuo y a veces los resultados de ese efecto no son los deseados. Nos solemos castigar buscando en nosotros el porqué no hemos obtenido los resultados esperados o deseados, pero no todo depende de nosotros, a veces ese equilibrio de esos enlaces multicausales producen el efecto menos esperado y a partir de aquí deberemos de acabar de romper nuestro egocentrismo. Debemos de empezar a pensar que las cosas ocurren porque existen más actores o actrices que nosotros mismos y empezar a ver qué papel ha jugado cada uno de nosotros, a partir de aquí buscar las respuestas a nuestras preguntas. También a veces no existen una respuesta, sino múltiples.

Y para poder avanzar quizás debemos de olvidar parte del pasado, viviendo el presente para poder empezar a saborear la felicidad del momento, sin abordar o pensar en el futuro. Porque el futuro es volátil, y se construye tan sólo con el presente de cada momento, y cada momento es efímero.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El elefante funambulista


Hace muchos años, en un viejo circo que ya yace en el olvido de todas las personas y cuyo nombre ya nadie recuerda, existía un elefante funambulista.

De pequeño lo educaron para vivir encadenado, todos conocemos la vieja historia del elefante encadenado, y un buen día le soltaron los grilletes y lo devolvieron a la libertad. Pasar de un estado a otro no es fácil, requiere de su tiempo y de acomodar las ideas y sentimientos para así poder pasar de la represión a la libertad.

Poco a poco le enseñaron a caminar por aquel alambre que cruzaba todo el circo y así se convirtió en un elefante funambulista.

Pero no fue fácil, el elefante había sido educado para vivir encadenado, y poco a poco se tuvieron que ganar su amistad.

Existía una mano amiga que día tras día ponía cacahuetes a lo largo del recio alambre y también existía otra mirada amiga al otro lado del alumbre que le daba el aliento e impedía que éste mirase hacia abajo, sino siempre hacia delante para que éste no perdiera el equilibrio. Y por fin el elefante pasó de un lado hacia el otro por el delgado alambre.

Ahora, ese espacio infinito le aguarda, ya no cabe el giro ni la vuelta, sólo queda que empiece a avanzar sorteando aquellos obstáculos que antes, en la lejanía, ni siquiera era capaz de percibir, y nos preguntamos cómo es que llegaron allí. Se acrecienta el camino que creía el elefante dominar entre el inicio y el final del alambre, parece detenerse el tiempo pero lejos de la realidad, éste sigue avanzando y nosotros, inmersos en él, damos rienda suelta y sin saber cómo ni cuando, nos vemos ahí, quietos junto a ese elefante funambulista, a medio camino ya o más del final.

No se ni cuantas veces he caído y me he vuelto a levantar, pero siempre lo consigo, a pesar de los reveses del camino. Creo que en el fondo es lo que hacemos día a día, no sabemos lo que nos depara el mañana y el poder superar un día tras otro es lo que nos hace fuertes, o por lo menos a mí me lo ha hecho.

LLEGA EL MOMENTO DE GUARDAR EL PASADO, VIVIR EL PRESENTE Y CREER EN EL FUTURO.

sábado, 9 de julio de 2011

SALTAR AL ABISMO


¿Cuántas veces te prometiste hacer algo y no lo hiciste? Seguramente responderás que un par o un montón de veces. A mí sí me ha pasado, me ocurre cotidianamente que planeo y planeo, pero no aterrizo. Nos da miedo saltar al abismo solos, siempre existe algo que nos frena a ello y a veces buscamos que alguien nos de ese empujón para saltar.

A propósito de ello, una amiga me preguntó algo como: ¿qué pasaría si todos hiciéramos las cosas que tenemos que hacer en el tiempo que corresponde? No me acuerdo que respondí en aquel momento, pero entrando en reflexión, creo que hacer lo debido en el momento indicado nos haría más libres. También nos haría ser nosotros mismos, libre de prejuicios de normas morales y éticas, dando cumplimiento a nuestros impulsos. Libres para disponer de nuestro propio tiempo, para dar paso a nuevos momentos, etapas, sueños, deseos, en fin…

Todo ello me viene a la memoria, y tras la conversación que mantuve me pasó un poema de Luis Rius, y volví a reflexionar. Saltar ese abismo y hacer lo que nos marcan nuestros impulsos, sentimientos o nuestros deseos sin que esos prejuicios marquen la propia realidad de qué hacer en cada momento es a veces difícil de gestionar, porque siempre existe diferencia entre lo que quiero hacer y lo que hago. A parte de los prejuicios siempre están nuestros miedos a que cambien ciertas cosas en nuestra vida, y que las cosas no sean como planificamos inicialmente en nuestra hoja de ruta, la que intenta guiarnos por la vida. ¿Pero qué ocurriría si algo cambiara? Os dejo con esa reflexión y con el poema de Luis Rius.

VECES SE PIENSA EN EL MAR

Cuando yo pueda andar toda una tarde

por la orilla del mar, cuando yo tenga

dinero para ir al mar, cuando me quite

esa larga pereza de estar aquí en mi casa

derrumbado, arrumbado, derrengado

en la cama entre libros y tristezas,

y acomode mi ropa y suba a un taxi

para ir a la estación del tren, y mire

cómo se van y van casas y casas

de la ciudad, y diga en pensamiento:

me voy al mar…

Cuando yo me decida

a decirme a mí mismo: voy al mar

porque no quiero estar aquí conmigo

entre harapientas, pobres soledades,

se van a incomodar todas las horas

que se habían alojado en los rincones

de este cuarto, a montones, como polvo,

acostumbradas a que nada ocurra

y al olor encerrado día tras día.

Yo sé bien que ellas saben que me he dicho

muchas veces: si yo me decidiera

y por fin fuese al mar…

Y si cerrara suave, quedamente la puerta

de la casa, pensando

que no pienso marcharme para siempre,

con el pulso tranquilo, como cuando

cierro para bajar a comprar más cigarros.

Y si bajara sin prisa la escalera

y no me detuviera y caminara y caminara

y sin sentir llegase a un tren que espera

y me subiera en él y el tren se fuese

a cualquier parte, lejos, y tuviera dinero en el bolsillo y no pensara

en todo lo que dejo aquí pensado.

Si tuviera o tuviese, si pensara

o pensase o pudiera o pudiese…

Yo sé la pena de los subjuntivos

porque tampoco saben ir al mar.

Si yo no odiara el mar, como esos otros

que les gusta ir al mar a broncearse,

a hacerse un poco estatuas de sí mismos

y enamorar al sol a otras estatuas solas.

Pero a mí no me gusta el mar. Yo digo

que me gustan los pueblos tierra adentro

con su campo labrado, con sus yuntas,

sus aperos, sus serios labradores,

y salir yo muy de mañana al campo

a oler el olor bueno de la tierra.

Porque yo soy de un pueblo tierra adentro

y nunca olvida nada el inconsciente,

dicen que dijo Freud, digo que dicen.

Si yo, si yo, si yo, si yo dijera…

sí, sí, podría decir…

(Voy a dormirme un rato, y a ver luego…)

domingo, 29 de mayo de 2011

Doctor, recéteme algo contra la soledad


Acabo de leer este artículo del Blog de Eduard Punset, http://www.eduardpunset.es/11967/general/doctor-receteme-algo-contra-la-soledad ,
Tras su lectura me ha hecho reflexionar porque considero que lleva razón en sus afirmaciones. Los humanos necesitamos aferrarnos a alguien o a un colectivo social para no sentirnos solos, esa búsqueda o ese sentido de pertenencia nos lleva toda la vida.
Quizás los sanitarios en nuestra labor diaria, vemos la soledad de nuestros pacientes, unos no tienen a nadie y otros los tienen pero no se comunican con ellos. Estamos en un mundo donde estamos rodeados de avances tecnológicos que acercan a las personas pero a pesar de ello la gente sigue sintiendo la soledad a pesar de encontrarse rodeado de gente.
Para los sanitarios lo más sencillo es dar una pastilla para paliar esa soledad, pero nos equivocamos.
Resulta que toda la pasión, el pensamiento y la acción de muchísima gente son el resultado del impulso para evadir el aislamiento causado por la disolución del clan familiar, la pérdida de los amigos del trabajo, el amor del resto del mundo. Detrás de todo lo que hacen, piensan o dicen los ensimismados está el pánico a la soledad. Pese a la diversidad de culturas, religión, sexo, idiomas o edad, resulta que los humanos lucen similitudes sorprendentes, como la necesidad de amor y, para recabarlo, el rechazo tajante de la soledad.
Durante muchos años, no solo no nos ocupamos de la soledad, sino que la enaltecíamos. Si salías adelante solo, sin consultar con los demás, profundizando en tu propio universo, conociendo como nadie tus propios intestinos, eras merecedor de todos los elogios. No sabíamos casi nada del cerebro; no teníamos ni idea de que no se podía aprender sin el cerebro de los demás, que solo los perversos podían ignorar los sentimientos de los otros, de que estabas condenado si no pertenecías a nada ni a nadie. El más valiente era el que no pedía ayuda, porque eso era signo de fortaleza, así nos han educado. Quizás nos hemos equivocado todos al pensar así, todos para superar algo de nuestras vidas debemos de apoyarnos en los demás, en un sueño o en alguna ilusión en donde aparecen como actores las personas que rodean nuestras vidas.
Una persona es también valiente cuando reconoce que necesita de los demás para salir a flote, que ha llorado mientras luchaba con los titanes de nuestra vida y que gracias a los demás hemos podido superar nuestros miedos.